La familia de Cho ha sido asesinada por los ninjas con lo que decide huir junto con su bebé, Kane, y su madre a EEUU por consejo de su amigo Braden. Seis años más tarde el padre entrena a Kane como un ninja. Con ellos trabaja también Catherine, pero lo que parece un negocio de importanción de arte en realidad se trata de heroína y un mafioso italiano está implicado.
Como dije en la anterior reaparece Shô Kosugi (Cho Osaki) y vuelve a hacer de ninja vestido de negro pero es otro personaje porque el de la anterior murió. O eso espero porque le cortaron la cabeza.
Esta vez los ninjas van de negro pero llevan una cinta roja en el brazo, otra en la cintura y otra en la cabeza. El camuflaje perfecto.
La película arranca con una masacre bastante bestia por parte de unos ninjas. Matan incluso a un niño clavándole una estrellita ninja en la frente.
He de decir que he visto muy pocas películas en las que un nativo americano luchaba contra un ninja.
La máscara que lleva el ninja malo es la cosa menos práctica del mundo. Sólo tiene dos pequeños agujeros por los que ver y es de color plateado. En la oscuridad cualquier luz reflejada sobre ella le delataría.
Entiendo que Braden quiera cargarse a los italianos, pero no hay por donde coger que ataque a la abuela.
Tampoco tiene demasiado sentido que Cho no contacte ni con Cathy ni con Braden después de que le roben en la galería.
Aunque la mejor es la que van Cho y el poli karateka a un parque, les preguntan a unos tipos si saben algo y les pegan la paliza de su vida, porque sí.
No podía faltar la escena en la que un ninja se carga a un montón de guardias para entrar en un sitio.
Ni tampoco el enfrentamiento final. En esta ocasión tiene lugar en una serie de terrazas con lo que va variando bastante la situación, en una incluso hay una pequeña piscina. Lo más llamativo, sin embargo, es que el ninja malo usa un muñeco de sí mismo a tamaño completo en un momento dado, el cual no tengo muy claro de donde se lo saca.
Venga, que queda la tercera.
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