Una enfermera llamada Alma es la nueva encargada de cuidar a una actriz llamada Sra. Vogler quien de repente ha decidido dejar de hablar y moverse. Tras no ver ningún tipo de avance la doctora les envía a su casa de verano en la isla de Fårö.

Ingmar Bergman escribió el guión mientras estaba en un hospital recuperándose de una neumonía. Se trata de la primera vez en la que en vez de terminarlo antes de empezar el rodaje lo fue desarrollando junto con la producción
Está compuesta por unos pocos planos amplios, unos pocos medios y muchos planos cercanos.
El reparto está compuesto sólo por Bibi Andersson (Sor Alma), Liv Ullmann (Elisabet Vogler), Margaretha Krook (La Doctora) y Gunnar Björnstrand (Sr. Vogler).

En Fårö vemos los raukar, una formación geológica en forma de pilares que se ha ido formando por el desgaste de las rocas sedimentarias.
No sabría decir la razón exacta pero es algo que he visto suceder en más de una ocasión. Cuando callas y dejas que otra persona hable termina por abrirse, a veces quizás demasiado. En la película lo plasman de una manera perfecta.
Pasados unos 45 minutos volvemos brevemente al estilo experimental del principio. Empieza cuando la cinta se rompe.

En mi opinión debería considerarse como algo experimental. Juega con temas un tanto polémicos pero no creo que el director buscase esa reacción en el público, tengo la impresión de que lo más importante es la dualidad que presentan las dos protagonistas llegando incluso a confundirse quien es quien en un momento dado. Y la evolución de Alma quien a medida que pasa más tiempo con Elisabet va cayendo en un pozo cada vez más profundo.
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