Espartaco ha sido un esclavo romano toda su vida. Tras trabajar en una cantera termina siendo comprado por Batiatus quien le entrena como gladiador. Pero tras la primera pelea a muerte se rebela y se unen a él todos los esclavos.

Dirigida por Stanley Kubrick. Es la quinta de las 13 películas que conforman su filmografía, es interesante que fue una de las que no participó en la concepción del guión ni tampoco hizo la labor de productor.
En el reparto destacan los nombres de Kirk Douglas (Spartacus), Laurence Olivier (Crassus), Charles Laughton (Gracchus), Peter Ustinov (Batiatus), Herbert Lom (Tigranes Levantus) y Tony Curtis (Antoninus).
Hay un montón de versiones con diferentes duraciones (destacan las restauradas de 1991 y 2015). La original dura 184 minutos, creo que es la más común.

La película tarda 8 minutos en comenzar. Esto es debido a que tiene un preludio musical y luego empiezan los créditos de inicio. En ellos me ha llamado la atención especialmente que Kirk Douglas sea un productor ejecutivo.
La opulencia de quienes ostentan el poder está plasmada en escenas como la de la mujer que quiere ver a unos hombres peleando a muerte sólo por su diversión, al precio que sea.
A medida que avanza la historia no tengo muy claro qué posición del senado romano es la buena y cuál la mala. Es una lucha de poderes en la que lo único que miran es salvar su propio culo hundiendo al de sus rivales.

En mi opinión los esclavos hubieran tenido más oportunidades enfrentándose a los dos grupos de soldados que les iban rodeando en el sur que yendo hacia Roma.

Sus tres horas largas de duración no ayudan demasiado a la hora de verla del tirón, aunque no se hace pesada porque van pasando por diferentes situaciones. De hecho lo realmente curioso es que al terminar me he quedado con ganas de más porque aunque es el final de la historia de Espartaco hay personajes de los que me hubiera gustado conocer su destino.

Es una historia trágica y como tal tiene momentos de alegría y de tristeza. Pero sobre todo es épica, centrándose en los hechos relevantes sin caer en banalidades ni escenas de relleno (como canciones o bailes). Y creo que esa es su grandeza.
Aquí sólo voy a poner una cosa: peliculón del maestro Kubrick (otro de mis preferidos), qué manera de manejar los distintos géneros (creo que fue de los más variados en este sentido); y eso que al principio iba a ser otro el que se iba a sentar en la silla de director: Anthony Mann (creo que era el marido de Sara Montiel por esa época), que llegó incluso a dirigir algunas escenas.
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