Estamos en Toledo, tras la muerte de su madre Tristana se va a vivir con Don Lope, un Don Juan en plena decadencia. Él la acoge como si fuera su propia hija pero termina seduciéndola. Un día Tristana conoce a un pintor llamado Horacio y se enamora de él.

Y es que llevaba dándole vueltas desde el año 50 cuando estaba en México y al volver a España tuvo que enfrentarse con la censura en 1962 y le costó convencerles para hacerla, concretamente hasta 1969 cuando empezó el rodaje.

Resulta un tanto peculiar que la acción esté situada en Toledo y no en Madrid. En la novela original transcurre en la capital pero Buñuel decidió cambiarlo por la ciudad donde residía.
Me ha llamado la atención la frase "El luto es una costumbre de salvajes, como pintarse la cara o tatuarse el cuerpo". En realidad el tal Don Lope no para de soltar perlitas.

Es una historia un tanto triste, creo yo. Al menos por parte de la protagonista quien, a pesar de todo, consigue sobrellevar todas las vicisitudes por las que pasa. El final es muy diferente al de la novela en la que tras casarse Tristana decide dedicarse a la repostería.
En cierta manera es una historia atemporal, poco cambiarían las cosas si sucediera 50 años antes o después (por ejemplo). No me ha parecido mala pero no es de mis favoritas de Buñuel.
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