Aquí la titularon "Los sobornados".
Harto de la corrupción un policía se suicida para tratar de hacerla relevante pero su esposa llama primero a un mafioso y siguiendo sus órdenes oculta la carta donde lo explicaba todo. Dave Bannion es quien se encarga del caso y pronto descubre que algo no anda bien, pero no tiene pruebas de nada e incluso terminan echándole del cuerpo.
Otra película de Fritz Lang, esta vez de su etapa en EEUU.
Protagonizada por Glenn Ford (Dave Bannion), conocido por "Gilda" (1946). Con Lee Marvin (Vince Stone), conocido por "The Dirty Dozen" (1967).
La historia está basada en un serial publicado en The Saturday Evening Post que a su vez se basó en los hechos reales que sucedieron en Filadelfia a finales de los años 40. Es algo muy típico de Fritz Lang lo de basar sus películas en hechos reales.
Creo que el mafioso es poco discreto en sus acciones. No sólo se carga a la confidente sino que le mete una bomba en el coche del protagonista. Aunque eventualmente descubrimos que es cosa de unos de sus subordinados.
Y además su jefe en la policía no parece darse cuenta (o igual no quiere/puede) de que sus superiores están pringados.
El director sabe jugar muy bien con lo que sucede en segundo plano. Por ejemplo la primera escena muestra a la esposa del suicida junto a un reloj. O cuando el protagonista interroga al tipo del desguace la secretaria está a punto de decir algo pero se calla.
La historia sigue una estructura que ha sido repetida hasta la saciedad. El policía que se encarga de un caso escabroso donde hay gente cercana a él pringada y que se ve obligado a abandonar el cuerpo para poder tener más libertad a la hora de investigar. Incluso lo de matar a su esposa como "mensaje" ha sido repetido en innumerables ocasiones.
A pesar de ello hay que tener en cuenta el año en que fue hecha, no sabría decir hasta qué punto ya había sido llevada una historia así al cine en aquel momento.
En todo caso me ha gustado la parte más salvaje de la historia, especialmente Vince Stone quien incluso llega a desfigurar a su mujer, cosa que terminará por ser su caída y la de sus socios.
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