Mihail Kalashnikov luchó en la unidad de tanques durante la Segunda Guerra Mundial. Una herida en el hombro le obligó a abandonar el frente y siendo un inventor obsesionado con las armas dedicó su tiempo a imaginar un arma automática superior a la de los alemanes. Pero claro, una cosa es imaginar y otra hacerla realidad.
No confundir con la película iraní “Kalashnikov” (2014).
A día de hoy los rifles Kalashnikov aún forman parte de los ejércitos de 55 países. Desde su creación se han producido más de 70 millones de rifles con todo tipo de modificaciones.
Me encanta esta película. El protagonista es un iluso (aunque al final demostró tener razón) al que todos dejan de lado pero él persiste.
En Moscú comparte coche con otro inventor llamado Alexei Sudaiev. Es quien creó el subfusil PPS-43 y el fusil de asalto AS-44. El primero fue usado durante la defensa de Leningrado y una de sus variantes fue producida hace 10 años en Polonia.
Posteriormente trabaja junto con Vasili Degtiariov, otro diseñador de armas que recibió un montón de condecoraciones y desarrolló armas de todo tipo, para aviones, para tanques, subfusiles, ametralladoras pesadas e incluso un fusil antitanque. Es fascinante.
No es la historia de un ganador, de hecho en todo momento parece que el tipo tenga pequeños golpes de suerte que le van posicionando en lugares más convenientes para que su arma se convierta en la mejor, aunque es un camino tortuoso y lleno de complicaciones.
Creo que la mejor parte son los diseños de las diferentes armas que va fabricando hasta alcanzar su obra maestra. No son malas per se, pero frente a las de sus competidores se quedaban cortas.
Me ha gustado mucho, el carácter ruso ha quedado plasmado hasta el final. Aquello del hombre hecho a sí mismo, sin apenas estudios que se dedica a hacer un trabajo por el bien de los demás y no tanto por el de uno mismo.
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