También conocida como "Mortville".
Peggy Gravel es una lunática quien junto a su criada Grizelda ha matado a su marido y por ello deciden huir en coche. Pero un policía da con ellas y les propone dejarlas marchar a Mortville a cambio de que les de sus bragas y un beso cada una, cosa que aceptan.
Volvamos al fascinante universo John Waters. La primera curiosidad es que no está protagonizada por Divine. Esto es porque se encontraba haciendo una obra de teatro en aquellos momentos.
La sustituta fue Liz Renay (Muffy St.Jacques) en lo que sería su papel más memorable.
También iba a salir David Lochary pero murió desangrado cuando se cayó sobre un cristal al estar colocado de PCP.
A algunos espectadores les molestó un poquito la escena en la que meten a un bebé en una nevera. Aunque no tanto como cuando se enteraron que la tuvieron que grabar dos veces.
Los extras eran gente sin casa que fueron llevados allí adrede, tuvieron que grabar las escenas rápidamente antes de que se fueran deambulando.
La promoción consistía en una foto de una rata cocinada en un plato. Los periódicos se negaron a publicarla. Cocinaron una realmente para hacer los créditos de inicio.
La tal Peggy es uno de los personajes más locos que recuerdo. Grita cosas en plan "odio a tu madre" al hijo del vecino o "¡la han violado!" cuando descubre a su hija pequeña desnuda con su hermano también de corta edad mientras jugaban a los médicos.
En esa escena el director hace un gran trabajo mostrando a los niños desnudos sin que se vea nada, ni siquiera la parte en la que la madre se pone a pegar al niño.
Con lo cual no tiene demasiados reparos a la hora de mostrar desnudos masculinos y femeninos de adultos. Pero vamos, dado que siempre busca una reacción chocante del espectador no es nada raro.
Las tetas enormes que aparecen en el glory hole cuando Peggy quiere mear son las de Liz Renay.
He de decir que no he visto demasiadas películas donde alguien decide cortarse la polla de forma voluntaria tras haberse hecho un cambio de sexo.
Desde luego el cine de Waters nunca deja de sorprenderme. Su nivel de cutrez es sorprendentemente consistente a lo largo de sus producciones de los años 70. En esta ocasión consigue fascinarme en momentos puntuales, pero lo suficientemente intensos.
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