Archibaldo de la Cruz está convencido que cuando hace uso de una caja de música muere quien él desea. Tras la extraña muerte de una monja en un hospital decide confesar sus actos.

Definen al asesino como "un tipo normal y corriente, algo taciturno quizás". Está claro que es un loco desquiciado desde el mismo momento en que prefiere beber leche en vez de alcohol.

Es bastante intrigante, si bien él mismo se declara un asesino en realidad no le vemos cometer ningún acto delictivo per se. Sin embargo la manera en la que actúa y cómo prepara las cosas antes de que sucedan los asesinatos son un claro indicativo de que algo tiene que ver.

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