Venga, otra más.
Max y Mauve son una pareja que están conociéndose. Él trabaja en una pista de karts desde hace años. Después de enseñarle su ropa decide mostrarle su colección de tiburones de juguete, aunque ella no parece especialmente entusiasmada con ellos.
Volvemos por última vez en este especial al cine de Cody Clarke, con la tercera película del género existencial sobre tiburones.
Empieza con una conversación la mar de interesante sobre la comida que le gusta a cada uno. Se nota que no tenían guion y que improvisaron, básicamente porque se parten el culo.
De hecho es una conversación estúpida tras otra, de mucha grima verla. Y se nota mucho que no tienen demasiadas cosas que decirse.
Los tiburones (de juguete) aparecen pasados 16 minutos. Y sí, son exactamente como uno podría imaginar, ni más ni menos.
Tras eso la tipa empieza a encontrar tiburones por todas partes, por ejemplo en su taza con agua o en su vagina. Lo típico. La explicación que da el tipo es que van a lugares húmedos.
Podría haber sido un cortometraje de un par de minutos perfectamente. Y aún así creo que le sobrarían dos minutos.
Vale... a ver como explico esto. A los 38 minutos se queda la pantalla en negro hasta el minuto 90 en el que termina la "película".
Esto es peor de lo que me esperaba, y mira que mis expectativas eran realmente bajas. Buf, se han superado, sin dudas. Por desgracia aún me queda por ver una película más de esta gente, pero será el año que viene.
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