Una futbolera, para variar.
Matías es un juez de línea que pitó un penalty en contra de España que hizo que perdieran la clasificación para el mundial. Con lo cual se ve obligado a huir a su pueblo. Lo que no sabe es que allí están traficando con alcohol, y prácticamente todos están metidos en el ajo. Su padre le recibe, porque es el único que vio su cara durante el partido y si alguien se entera probablemente le darán una paliza.
En las tres películas prima el carácter cómico, pero la primera es más bien oscura y dramática, esta está enfocada más hacia el enredo y la delincuencia.
Un reparto que juntó a Ramón Barea (El padre, Tomás "El Pellejo"), Álex Angulo (El alcalde, Eliseo) y a Manuel Manquiña (El párroco, don Aurelio). Tres pesos pesados de la actuación en España.
Nada más empezar vemos un partido con 3 árbitros extranjeros y el protagonista. A los italianos les compran con diferentes objetos, como cajas de botellas de alcohol.
Cuesta un poco distinguirlo porque lleva casco, pero Santiago Segura es uno de los antidisturbios que ayuda a salir al árbitro del campo.
Cuando va a coger el autobús para huir hacia Galicia el cliente al que atienden es Saturnino García (Justino), quien está comprando los billetes para Benidorm. También aparecen Francisco Maestre (el capitán ucraniano), Carlos Lucas (el telefonista Celso) y Fausto Talón (el músico Fausto).
La escena en la que se pone a correr por todo el pueblo y todos se piensan que "los ha visto" y se ponen muy nerviosos es para mearse, especialmente cuando vuelve con dos guardia civiles.
Repiten la escena de la primera película en la que el protagonista confiesa todo a la policía, en este caso la guardia civil, y no le creen.
No sé si considerar una paralelismo los asesinatos de la anterior con los borrachos de esta.
Y también se parecen en que tienen un final feliz, extraño pero feliz.
Venga, pasemos a la tercera.
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