Maki y Shinki son una pareja que ha logrado sobrevivir a la explosión nuclear. Mientras tanto vemos a un grupo de hombres que están usando a los zombies para asesinar mujeres. Y el ejército estadounidense lanza a una robot sobre las ruinas de Tokio.
De la primera repiten Asami (Kanae) y Saya Kobayashi (Momoko). También Yui Aikawa (Anne) interpretando otro personaje.
Los créditos de inicio vienen a ser un resumen de la primera película. Aún así vemos muy poca actividad zombie.
Así que, en esencia, tenemos a unos hombres que no se convierten en zombies, llamados otaku, y a mujeres que se hacen llamar amazonas.
Aparece un zombie con una polla como un brazo de grande. Pero lo que mata es su semen, así que tiene que violar igualmente.
Al menos nos dan cifras, sabemos que los zombies violadores son un 90% de los hombres y que quedan vivos unos 100 millones. La mayoría de las naciones han logrado restaurar la normalidad y son gobernadas por mujeres. Claro que las cifras cambian mucho en Japón debido a que es el país donde menos sexo se practica en el mundo.
En esta segunda película se dedican a enseñarnos pollas zombies. No entiendo muy bien la razón pero ahora son más grandes. Las pollas digo.
No podía faltar la escena de sexo lésbico, totalmente gratuita (aunque de alguna manera la veo justificada por aquello que mayormente sólo quedan mujeres).
Hablando de sexo, en esta parte aparece fugazmente un desnudo frontal completo, el de la robot. Y ahora que lo pienso ¿quién le metió qué a quién en la escena lébica de la primera parte para que se quedase una de ellas embarazada?.
La tal Momoko y su bebé (de nombre Akira) reaparecen tras casi una hora de película. Están dentro del cuartel de los otaku donde la adoran y por ello no le hacen ningún daño. A diferencia del resto de mujeres a quienes quieren ver muertas.
Al igual que la primera parte su principal problema es la escasez de escenas de acción. En cambio nos hacen un recorrido por el arte japonés, el origen de los otaku y demás.
Pero lo peor del tema es que termina abruptamente con un "continuará..." y un adelanto bastante extenso de la tercera parte. Qué mala leche.
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