1937, New Jersey. La muerte del padre de una familia hace que su esposa Emily se vuelva codiciosa y obliga al abogado de la familia a destruir el último testamento donde repartía sus bienes entre sus hijos de forma equitativa para hacerse ella misma con el control de todo.

De nuevo tenemos a Peter Ustinov (Hercule Poirot) encarnando su personaje más famoso (fueron un total de 6 veces). Del resto del reparto destacan los nombres de Lauren Bacall (Lady Westholme) y Carrie Fisher (Nadine Boynton).
La película sigue la clásica estructura del grupo de personas que terminan en un lugar y una de ellas muere, en este caso la madre que se comporta de manera horrible con sus hijastros y con la gente que le rodea, en general. Casualmente Poirot está en ese mismo lugar y se pone inmediatamente a investigar.

También lo de reunirlos en "un lugar con mucho dramatismo" para la revelación final parece una coña. Y cuando por fin se produce dicha reunión la frase "parece una escena de teatro" no podría ser más acertada.
Creo que enfatizan de manera exagerada lo horrible que es Emily. No para de decirle a su hija que "se vaya a descansar porque está cansada", no para de incordiar a sus hijastros y su nuera es su enfermera por obligación. Encima trata de asesinar al abogado para que no hable.

No es una mala película aunque a estas alturas resultan poco sorprendentes los giros de argumento finales, casi predecibles. Pero bueno, está bien ver una adaptación un poco más distendida del personaje de Poirot.
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