Sigamos con una comedia.
Planchadell y Calabuig es una fábrica de turrones de Jijona. Don Fernando, su director, y un grupo de trabajadores se encaminan hacia Madrid para asistir a un salón gastronómico. Pero pronto empiezan los problemas, primero porque una grúa se les lleva el coche y luego porque una familiar que tienen trabajando de diputada es la única que les puede ayudar, pero tiene mucho lío.
Dirigida por Luis García Berlanga. Fue su última colaboración con Rafael Azcona, ambos fueron quienes la escribieron.
Un reparto repleto de caras conocidas como Luis Escobar (Fray Félix), Fernando Fernán Gómez (Don Fernando), Verónica Forqué (Monique), Agustín González (Agustín), Chus Lampreave (Antonia), José Luis López Vázquez (Jacinto López), Andrés Pajares (Marcial), Antonio Resines (Olivares), Pedro Ruiz (Pepe), Rosa Maria Sardà (Cuqui Planchadell), Joan Monleón (Joan), Luis Ciges (Ropero), Emilio Laguna (Camarero), Juan Tamariz (Fotógrafo) y José Luis Coll (él mismo). Destaca también Pedro Reyes (Adiestrador canino) quien no recibió crédito.
Evidentemente con un reparto tan amplio resulta difícil destacar. Sin embargo cada uno tiene su forma de ser particular y con una o dos frases casuales consiguen el impacto necesario. Es el caso de Andrés Pajares que viene a ser el primo medio tonto salidorro o Pedro Ruiz que es el hijo que quiere hacer que la fábrica venda más a base de conseguir publicidad gratuita, o a bajo coste.
Al principio parece algo muy sólido pero poco a poco vemos que lo que tenían pensado dista mucho de la realidad. Para empezar alguien les prometió el oro y el moro, pues se suponía que las infantas iban a visitar el salón gastronómico y ellos iban a aprovechar la ocasión para poder colocar en sus pastillas que son suministradores de la casa real (un poco como el Recio en "La que se avecina") pero es obvio que nada de eso es verdad.
El trabajo de Jacinto López consiste en promocionar la imagen de la diputada, Cuqui, y por ello es quien parece ser el idóneo para planear una manera de promocionar los turrones. Sin embargo da la impresión de que sea un cantamañanas que se aprovecha de las situaciones que se le presentan, sacando la máxima tajada.
Por una parte comprendo muy bien la postura del padre. Es una marca tradicional de turrón y no necesita promoción porque su calidad habla por sí misma. De hecho en Navidades yo soy de los que prefieren una o dos pastillas de las de calidad que no son de marcas conocidas por haber salido por televisión, por ejemplo.
Por otra los hijos quieren hacer que su negocio prospere porque están al borde de la ruina. Sin embargo están haciéndolo en contra de su padre, que no deja de ser el dueño de la fábrica.
Dicho lo cual, me ha hecho mucha gracia cuando se han vuelto locos cuando han descubierto el dineral que se ha gastado por irse a un asilo para ancianos porque está malgastando el dinero de su herencia.
En mi opinión hay cosas que no acaban de cuadrar como que de repente se presenten las mujeres en Madrid cuando desde un principio el viaje era "una cosa de hombres". Por otra parte es demasiado caótica, las situaciones absurdas en las que se meten son excesivas y que cada personaje se vea obligado a dar su opinión siempre no ayuda a avanzar la trama, aparte que cortan escenas con mucho potencial cómico demasiado pronto.
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