Estamos en Nueva York, en 1947. Los dueños originales de Black quieren recuperarlo para un carrera que se disputa cada cinco años. Y luego están los Uruk, una tribu que quiere secuestrar al caballo para que no dispute dicha carrera.
Esta vez el caballo protagonista está interpretado por Cass-Olé, el de la primera película, y El Mokhtar, un caballo de carreras egipcio que murió de un cólico durante la grabación.
Descubrimos que el caballo se llama en realidad Shetan. Ahora que lo pienso al principio de la primera película los tipos que lo tenían le llaman así, pero vamos que ni me fijé en ello.
Por cierto, Alec ha crecido mucho en un año. Deberían haber puesto que la historia transcurre unos pocos años más tarde.
Alec viaja a Casablanca con una facilidad extrema. Se entera de que hay un vuelo directo que (casualmente) sale el mismo día en que roban a Black y se mete de polizón. Lo mejor es que hasta que no aterriza el avión no le pillan.
Veamos, la película en sí consiste en Alec recorriendo medio mundo para tratar de recuperar a su caballo y cada vez que está cerca de conseguirlo algo o alguien se lo impide. Por eso llega a hacerse aburrida a pesar de la cantidad de cosas que suceden.
El final es bastante malo, esperaba al menos la reunión de Alec con su madre, pero qué va, se olvidan de ella por completo (quien se queda en su casa hablando a un teléfono sin interlocutor porque Alec ni siquiera se molesta en colgar tras decirle “me voy donde tienen a Black”).
En fin, no voy ni a molestarme en buscar la otra secuela.
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