Estamos en 1946 en la costa Norte de Sudáfrica. Un barco naufraga y sólo hay dos supervivientes, un niño llamado Alec y un caballo negro salvaje. El niño corta las cuerdas que mantienen atado al animal y poco a poco se irá ganando su confianza.
Voy a verla junto a la primera secuela, tuvo otra más titulada “The Young Black Stallion” (2003). También hicieron la serie “The Adventures of Black Stallion” emitida entre los años 1990 y 1993 con un total de 3 temporadas.
Es una película que llegué a ver hace muchos años y por ello la recuerdo vagamente.
El nombre real del caballo negro era Cass-Ole, es de raza árabe y en realidad tenía unas manchas blancas y el pelo corto, le cubrieron las manchas y le pusieron extensiones para que pareciera salvaje. Napoleón (o Nappy), el caballo blanco en realidad se llamaba Junior e hizo aparición también en “National Lampoon’s Animal House” (1978).
Tras la escena introductoria, en la que vemos al niño, a su padre, al caballo y a varios tipos que viajan con ellos, incluidos los que se dedican a tratar de que no se escape el animal, sucede el naufragio y a partir de ese momento hasta pasados casi 48 minutos de película no hay ni una sola línea de diálogo, que es cuando el niño se encuentra con unos pescadores y les pide ayuda.
Es un claro ejemplo de cómo usando la narrativa visual se puede contar una historia, sin hacerse aburrida. De hecho me ha recordado bastante a “The Blue Lagoon” (1980).
La escena más impresionante es la de la carrera final. Colocaron micrófonos bajo las barrigas de los caballos para captar mejor el sonido de los cascos y los relinchos.
Termina bien, no veo una necesidad de hacer una continuación pero podría seguir la historia sin problemas. Pasemos a la secuela.
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