Edward “Diablo” Santor ha sido ejecutado en la silla eléctrica. Sus última palabras fueron que regresaría. Era el líder de una banda de motoristas y tras su ejecución su cuerpo desaparece de la tumba y luego empiezan a suceder extrañas muertes.
Hay que ver la cantidad de títulos italianos que he visto estas últimas semanas.
En el reparto destaca John Saxon (Strycher), conocido por “A Nightmare on Elm Street” (1984) y “Enter the dragon” (1973).
No recordaba la razón por la que la elegí y me ha venido a los 12 minutos. Es cuando el asesino se carga a la primera chica usando su moto para electrocutarla. Es precioso.
La moto que lleva es una Honda Gold Wing GL 1100 de 1983. Una auténtica pasada para la época. Por cierto, los electrocuta usando el apoyapiés del pasajero.
La banda de moteros se llama Demons. No me parece un gran nombre, la verdad.
Otra película cuya acción está situada en el Spring Break, lo cual implica jóvenes borrachos, gastando bromas pesadas, en busca de sexo y muchos delitos. En ese sentido hay varios robos.
Oh, y tías enseñando las tetas. No sé como se me ha podido pasar.
Hay un personaje que parece ser la inspiración de la “tigresa” de la serie “Tres estrelles”. En esencia se dedica a llevar hombres a su habitación sin parar.
Uno de los dos protagonistas pide un “ron 151”. Se trata de un ron con un 75,5% de alcohol. Vamos, una auténtica burrada. El Bacardi 151 sigue estando en la venta, y no es demasiado caro (entre 20 y 40€ la botella).
El protagonista lleva un Chrysler LeBaron Convertible de 1987. Aunque los mejores coches aparecen durante los créditos de inicio, empezando por un Pontiac Firebird Trans Am blanco, un Volkswagen Baja Bug (modificado), una réplica de un Bugatti clásico (también modificado) y unos cuantos Sandrail (aquí los llamamos buggys) totalmente customizados, probablemente basados en Volkswagen de la época.
Me acabo de percatar de que las bromas pesadas las hace siempre el mismo tipo. Y casi siempre es que se hace pasar por muerto. Por supuesto cuando lo matan no se lo creen.
Por cierto, el asesino no tiene criterio alguno, mata por matar. Al menos mata usando diferentes métodos. Me encanta como combinan maquillaje y cabezas falsas durante los achicharramientos.
Pocas cosas son más ochenteras que unos cascos inalámbricos con radio y su típica antenita. Los que salen no sé de qué marca son porque China fabricó unos genéricos y los copió hasta aburrirse.
Un detalle, en la parte final el protagonista va en coche y es de noche, con lo cual lleva las luces encendidas. Para disimular apaga las luces pero no se detiene… en una calle perfectamente iluminada, con lo cual cualquiera puede verle. ¿Para qué apaga las luces?.
Tampoco tiene ningún sentido la escena en la que el jefe de policía acorrala al protagonista pretendiendo asesinarle vilmente y que de repente lleguen los moteros, disparen al poli y se lo lleven arrastrando enganchado a una moto ignorando por completo al protagonista.
La posible identidad del asesino se baraja entre muy pocas posibilidades, y las cosas se reducen más aún a medida que avanza la película. Desde un principio yo estaba entre dos, uno que era demasiado evidente y otro que no tanto pero que encajaba y ha resultado ser este último.
El final es un poco pasteloso pero bueno, es una película entretenida con un número más que decente de muertes. Y el asesino en moto es más que convincente.
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