Un hombre es seleccionado para viajar al planeta Australia 458. Allí deberá plantar una bandera para demostrar que está bajo el dominio de la Tierra. Al llegar le dan un coche y dentro de él va una chica joven llamada Once.
Volvemos al cine polaco. Pero esta vez no es una película deprimente de un futuro distópico sino una historia de ciencia ficción espacial.
La computadora de a bordo es bastante sarcástica. Además le dice que le cobrará por las reparaciones de la nave en caso de que se estropee algo. Me meo.
Me hace gracia que la chica se llame Once (pronunciado en inglés). Por cierto, resulta que es menor de edad y según lo que dice ya lleva un tiempo ejerciendo la prostitución. Más tarde la casera ofrece su hija al protagonista para hacer lo que quiera con ella, no tiene pinta de menor pero no deja de ser chocante.
Lo cual me lleva a que a pesar de tener un cierto tono gracioso en realidad la situación en la que se ve metido el protagonista está cargada de drama, tanto en lo personal como en lo ajeno. La gente con la que se cruza están realmente mal, y casi todos se burlan de él porque se supone que es un “héroe”.
En realidad más que un futuro lo que parece es como si los polacos hubieran empezado la conquista espacial en los años 80. No hay demasiadas cosas que muestren el que estén avanzados tecnológicamente hablando.
En la tele hablan de misterio que supone que las ballenas vayan hacia las orillas de las playas para morir. En realidad la respuesta a eso no la tuvimos hasta hace poco. En esencia es debido a que los sónares hacen que pierdan la noción de la profundidad a la que se encuentran, emergen demasiado rápido y eso les provoca un efecto similar a la descompresión de un buceador (un aumento del nitrógeno en sangre y hemorragias internas), lo cual hace que tengan un desbalanceo y pierdan su rumbo, acabando en una playa de forma accidental. Los sónares que provocan dicho efecto se llevan usando desde los años 60, aunque en España están prohibidos desde el año 2004 cuando se empezó a sospechar que podrían ser la causa.
Es todo tan burocrático. Pero vamos, eso no quita que no sean corruptos y que jodan al máximo al sujeto elegido. Hasta pasados 40 minutos no descubrimos cuál es su función y es porque ha de firmar un papel según el cual da permiso para que lo ejecuten empalándolo una vez termine su trabajo (cometer un delito), cosa que se niega a hacer.
Hay ratos en los que me recuerda bastante a “Brazil” (1985). Hay personajes realmente peculiares y cosas que suceden en segundo plano que no tienen ni pies ni cabeza.
Me acabo de percatar de que tiene algo de religioso. Cuando llega a la casa que le han asignado le dan a elegir entre tres habitaciones pero en realidad sólo puede optar por la de la derecha o la de la izquierda. Lo mismo pasa cuando le dan a elegir la estaca. En ambas ocasiones él pide la del centro y la respuesta es “qué gracioso es usted”. Osea, tanto la estaca como la habitación del centro están reservadas para alguien, me imagino que tratan de hacer un paralelismo con la crucifixión de Cristo.
Por algún motivo el lugar donde tendrá lugar la ejecución tiene unas letras enormes en alemán que dicen “Ordnung muss sein” (debe haber orden). Eso y que usen el inglés en momentos puntuales me tienen bastante intrigado.
El empalamiento es tomado con demasiada normalidad, creo yo. Tanto que, efectivamente, resulta cómico.
Me gusta mucho su final aunque hubiera preferido que se hubiera cargado a algún que otro personaje más. Pero vamos, no me quejo, ha resultado más interesante de lo que anticipaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario