Simon Vanderhoes y su hermano Martin se dedican a vivir en la calle haciendo todo tipo de gamberradas. La policía les captura y les separa llevándoles a dos centros juveniles diferentes pero no tardan en huir y volver a juntarse.
El tiburón en sí no aparece, ni se refiere a su padre biológico. Es que uno de los niños dice soñar con que quiere ser el hijo de un tiburón hembra. Me fastidia un poco porque cada vez que nombran al tiburón aparecen imágenes subacuáticas de peces, podrían haberse esmerado un poco más.
Me encanta la manera en la que pelean por nada y de repente paran y siguen como si tal cosa.
De hecho me fascina la manera en la que se compenetran los dos hermanos, los actores no lo son y aún así nadie lo diría.
Las gamberradas que perpetra no son moco de pavo. Por ejemplo entran a robar a una tienda y se llevan lo que les place, incluido el dinero de la caja registradora, o dejan en bragas a una joven sólo porque quieren su ropa porque tienen frío.
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