Jack Conroy acaba de llegar al territorio del Yukón, Canadá, un lugar donde acude gente de todas partes en busca del tan preciado oro. Pero pronto descubrirá que es un paraje desolado con grandes peligros y aún yendo con dos expertos las cosas se pondrán difíciles.
Basada una de las novelas más conocidas de Jack London, la publicó en 1906. Es considerada una continuación de “The Call of the Wild”.
Protagonizada por Ethan Hawke (Jack Conroy), debutó en el cine con “Explorers” (1985), seguidamente hizo “Dead Poets Society” (1989), luego una película titulada “Dad” (1989) y luego ésta. No está nada mal.
El perro al que hace referencia el título se llama Jed en realidad y apareció también en “The Thing” (1982).
Cuando Jack llega por fin a la casa que hizo su padre está todo demasiado limpio. Especialmente teniendo en cuenta el pedazo de agujero que ha hecho una rama (sin haber árboles cerca) y que está en medio de una montaña. Ni siquiera hay rastros de que hubiera nevado.
En un momento dado pegan fuego a la casa, aunque no vemos como se consume más adelante aparece y está prácticamente intacta, con las maderas exteriores algo chamuscadas y poco más. Menuda casa bien hecha.
Contiene muchas peleas de perros. Demasiadas para mi gusto. Que vale, al principio advierte que no sufrieron y bla bla bla, pero no dejan de ser moletas de ver.
Tuvo una secuela titulada “White Fang 2: Myth of the White Wolf” (1994). No dispongo de ella y no tengo intención de verla de momento, porque estoy un pelín saturado (para variar).
Me gusta como van mostrando los caminos paralelos que toman las historias de los dos protagonistas, el chico y el perro/lobo, y aunque queda bastante claro que acabarán juntándose en un momento dado tratan de alargarlo lo máximo posible (de hecho diría que pasan años).
En fin, muy bonita de ver, aprovechan para mostrar los paisajes nevados canadienses de vez en cuando. Con un final correcto (quizás demasiado) y un perrete al que le acabas cogiendo cariño desde su primera aparición.
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