Aquí la titulamos "El orgullo de la firma".
Siegmund Lachmann es un joven que se queda sin empleo tras romper la ventana del escaparate donde trabajaba. Tras pensarlo decide irse a Berlín y a base de mentir consigue un epmleo en una tienda de moda. Allí pronto le cae bien a la hija del dueño, quien incluso termina rechazando a un pretendiente para salir con Siegmund.
Pensaba que era una película dirigida por Ernst Lubitsch (Siegmund Lachmann), pero resulta que sólo la protagoniza. El director es el austríaco Carl Wilhelm.
No se trata de un cortometraje pero dura menos de 50 minutos.
El estilo de dirección no tiene nada que ver con el de Lubitsch quien le da un toque histriónico al personaje que interpreta y poco más. Aunque encaja muy bien en el papel.
El tipo es un torpón clásico, que consigue ganarse a las mujeres con mucha facilidad pero a quien sus jefes le odian y le maltratan.
Me hace gracia como calcula hasta el último centavo como gastarse los 30 marcos que le dan de adelanto y es sólo para mejorar su imagen.
Oh, qué bueno, Lubitsch rompe la cuarta pared dirigiéndose al espectador en un momento dado, incluso hay un cartel de texto con lo que dice. Esto no me lo esperaba. En realidad me pregunto si fue uno de los primeros largometrajes en usar ese recurso.
La historia es un poco enrevesada pero con un final feliz para todas las partes. Está compuesta por tres actos y un epílogo que la remata. Incluso hay una pequeña escena extra al final.
Desconocía la faceta como actor de Lubitsch y ha resultado estar bastante bien. Está claro que se queda corto respecto a otros pesos pesados de la comedia que empezaron en esa época, pero no deja de ser interesante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario