Arthur Bishop se hace llamar un "mecánico", básicamente un hombre que realiza contratos en los que ha de parecer que una persona ha muerto sin que él haya intervenido. Y se le da muy bien, tanto que el que le contrata le pide que mate a su socio Harry y él, como buen profesional, lo hace.

Jason Statham (Arthur Bishop) es un actor encasillado en el mismo papel desde que hizo "The Transporter" (2002). Y en este caso su personaje es casi idéntico solo que con algunos detalles que no me han gustado.

El reparto lo completan Donald Sutherland (Harry McKenna) en un papel muy a su medida. Y Ben Foster (Steve McKenna) a quien le he cogido un cierto aprecio tras su papel en "Warcraft" (2016). Simon West, el director, hace un cameo como el tío al que empala el camión de basuras.
La otra cosa que no me acaba de cuadrar es en la parte final, todo tiene una cierta lógica salvo el segundo coche, el que coge el protagonista en la última escena. Es demasiado hilar fino. Además es una escena que añadieron a posteriori porque al director le pareció que los espectadores no aplaudirían su muerte.

Tuvo una secuela a la que echaré mano más adelante.
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