Una pareja decide probar la experiencia de nadar con tiburones en Australia. El capitán de un barco les lleva hasta una buena zona y lanza algo de carnada, atrayendo los animales. Tras subirles de nuevo al barco el capitán asesina al chico y lo tira al agua.
La protagonista tiene un aire a Jennifer Lawrence.Tucker dice que Heather es una "Pom" tras escucharla hablar. Es un término australiano para referirse a los británicos, aunque suele estar escrito "Pohm" o "Pommy", y significa "Prisoner Of Her Majesty".
Jai Courtney (Bruce Tucker) se emborrachó para grabar la escena del baile, y la hizo en privado con el director de fotografía sin que los demás lo supieran. Improvisó el baile.
Se ponen a cantar el "Baby Shark" para calmarse antes de bajar con la jaula. No puedo decir que me lo esperase.
En el arranque salen muchos, pero muchos, tiburones, de diferentes tipos y tamaños.Tras ello la historia se centra en el aspecto del asesino en serie, quien secuestra a una surfista.
Para que os hagáis una idea los tiburones no reaparecen hasta pasados 40 minutos de película. Pero es una gran escena, y se ve venir, con lo cual crea expectativas y las cumple.
La escena más interesante es la del armario con las cintas de vídeo, de sus anteriores víctimas, son casi 30.
La película va en una dirección y salvo un par de paradas en el camino apenas se sale de ella. El final es exactamente lo puedes suponer desde prácticamente el principio, no hay mucho que contar en ese sentido.Pero vamos, lo realmente interesante es la combinación de asesino en serie y tiburones, cosa que no es novedad pues ya lo vimos en "Stalker's Prey" (2017) y su secuela, pero al ser australiana es diferente.
En resumen, una película más que decente, en todos los sentidos. La parte de los tiburones es satisfactoria y la historia me ha enganchado. No digo que sea un peliculón, pero esta se puede ver, sin duda alguna.
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