Otra de Jason Statham. Aquí la titulamos "El Código del miedo".
Luke Wright es un perdedor tan grande que ha conseguido que la mafia rusa mate a su mujer y le dejan ir con la promesa de que si hace algún amigo morirá también. La presión aumenta y está dispuesto a suicidarse cuando ve a una niña perdida en el metro y decide ayudarla.
Resulta que el protagonista hace lucha profesional en una jaula, lo cual le convierte en una mala bestia capaz de matar a cualquiera de una paliza. Pero más tarde descubrimos que en realidad es un ex-policía, con lo cual sabe manejar armas y demás. Pero no es un policía cualquiera, pertenecía a un grupo especial, así que sabe de tácticas de asalto y mierdas de esas. Pero espera, que hay más, fue elegido a dedo por el alcalde tras una recomendación de unos grupos gubernamentales secretos (literalmente) y en realidad es uno de los mejores asesinos del mundo, un fantasma...
Mira, a mí con lo del luchador ya me tenían ganado, de hecho hubiera sido mucho más impresionante si se hubieran quedado ahí. El resto es una sobrada de tres pares de cojones para explicar como el tío es capaz de matar a todos los malos de una habitación en milisegundos.
Y luego tenemos los tópicos del alcalde corrupto, con la policía corrupta, trabajando todos unidos con las mafias rusa y china. Para mí los rusos sobran totalmente, están para hacer de dianas y quedar en ridículo durante toda la película. Claro que también es verdad que mueren muchos más chinos.
La historia de una niña superdotada salvada por el único que es capaz de enfrentarse a todos es prácticamente igual a la de la película "Mercury Rising" (1998) de Bruce Willis.
Las escenas de acción son abundantes, bastante rápidas y con montones de muertos. Me hubiera gustado ver una última pelea al límite pero en realidad casi prefiero la versión rápida porque ya hay poco que contar a esas alturas.
En la parte más negativa tenemos la manera tan absurda en la que Luke concluye que es una combinación de una caja fuerte. Aparte que en el tráiler da la impresión de ser algo mucho más complejo. No tiene sentido alguno.
Es, en definitiva, una película más de Jason Statham haciendo su papel más típico. Pocas sorpresas, un comienzo de película un tanto a trompicones (hasta pasada media hora) y un final adecuado.
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