Un señor gordo hace bailar al son de un tambor a uno delgado, pero pronto se cansa porque hace calor. Así que el delgado empieza a abanicarle y le pone los pies en remojo. Seguidamente le prepara algo para comer, le prepara una mesa y saca un paraguas para que no le de el sol mientras come. Finalmente toca el violín mientras el señor gordo se duerme.
Tiene una duración de 15 minutos.
Fue el primer corto que grabó Roman Polański tras terminar la escuela de cine. De nuevo se vuelve a reservar un papel, el del flaco esta vez.
Me hace gracia que en el arranque de la película vemos a uno tocando una flauta mientras golpea un tambor pero lo que suena no encaja con lo que toca.
El segundo día sale un tercer personaje, una cabra a la que atan al hombre delgado y aún así ha de cumplir con todas sus obligaciones a pesar de las dificultades que eso representa.
El tercer día repiten toda la rutina pero más rápido.
El tono es ambiguo, por una parte está claro que pretende ser gracioso pero yo veo más bien un drama por la manera en la que maltratan al pobre señor delgado quien no hace más que soñar con ir a la ciudad.
Pero no por ello deja de ser interesante, el humor de Polański es así, a veces cuesta un poco pillarlo.
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