Viktor Jarlamof, Nikolay Dubinsky, Ivan Prijodka y Aleksey Kiriushin son cuatro viejos amigos que se reencuentran durante el funeral de Valentin, otro de ellos. Lucharon juntos durante la 2ª Guerra Mundial, cosa que les unió mucho, pero llevaban muchos años sin verse y deciden aprovechar la ocasión para pasar el día juntos.
Una de las muchas peculiaridades del idioma ruso son los diminutivos de los nombres propios. Los protagonistas de esta película mencionan algunos como “Лёша” (leído Liosha) para Aleksey, “Витя” (leído Vitya) para Viktor, “Коля” (leído Kolya) para Nikolai y “Валя” (leído Valia) para Valentin. Algunos son fáciles de extrapolar pero otros me vuelven un poco loco, la verdad.
Trata temas como el cambio que tuvieron que afrontar tras volver a la vida civil al terminar la guerra, cosa que a algunos afectó más a unos que a otros.
El hecho de que aunque uno sea el jefe de una fábrica no deja de sufrir continuas presiones y que ha de esforzarse siempre al máximo.
El choque generacional. Quizás su forma de ver las cosas no sea siempre la adecuada pero ya entonces se veía cómo los jóvenes eran unos descerebrados que sólo pensaban en sí mismos. No es muy diferente a lo que pasa hoy en día.
La escena del restaurante donde no tienen bebidas alcohólicas y cuando uno duda si puede fumar allí parece mentira que sea de una película de 1970.
Y cuando van a visitar a una vieja amiga, se emborrachan y canta una canción es posiblemente lo mejor de la película.
Me ha encantado, no sabía qué podría esconder un título así y pese a que tiene mucho drama ha resultado ser bastante entretenida.
Personalmente me ha servido para practicar un poco el ruso e incluso aprender alguna que otra palabra. Lo que más me ha sorprendido en ese sentido es que hablan un ruso muy claro, al menos yo he podido entenderles muy bien (bueno, lo poco que sé).
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