Estamos al sur de California, en una planta nuclear. Por accidente el núcleo derrama un líquido que afecta a un tiburón. Heidi es una joven que se dedica a hacer directos por internet usando su móvil. Durante una sesión de fotos se ve forzada a nadar en una playa, cuando algo la ataca. Por la noche aparece en la orilla y ataca a una pareja que trataba de ayudarla.

Por la manera en la que arranca la película intuyo que vamos a ver pocos tiburones. De hecho el primero sale de refilón.
Efectivamente, el único "tiburón" que vemos es la chica cuando muestra sus dientes. Es más, sólo los de la parte superior, encima aparecen y desaparecen.

El "periodista" que investiga las muertes por ataque de tiburón dice que no puede ser un bebé de tiburón blanco porque el radio de las mordeduras es demasiado pequeño. Ni siquiera considera que fuera otra especie.
Los ataques son espaciados, pero al menos lo que sucede entre ellos está bien, no es lo mejor del mundo pero encaja con la trama sin caer en rellenos innecesarios.

El segundo fotógrafo es más gilipollas que el primero, y eso que era difícil, dado que el otro intentó montarse un trío con la chica y una desconocida. Por suerte ambos reciben el mismo tratamiento.
Justo al inicio de los créditos finales tenemos una escena extra que servirá como arranque de una posible secuela.
En fin, sí, entra de la categoría de tiburones pero no sale ninguno y los ataques dan pena.
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