Cassidy sigue teniendo pesadillas de la muerte de su padre cuando era una niña. Aún así acompaña a su pareja en su expedición en busca de tesoros hundidos en el mar. Paralelamente un grupo de mercenarios busca un cargamento de droga hundido.

Arranca fuerte, con un padre de familia atacado por un tiburón blanco mientras su esposa e hija no pueden hacer nada para ayudarle.
El tiburón se ve medio bien, da la impresión de ser un muñeco porque apenas se mueve pero se ve tan borroso que no se nota.
Y, como dije, es la última película del especial pero no termina aquí, queda una cosa más para rematarlo. En la próxima entrada la veréis.
Seamus es el abuelo de la protagonista.

Es un tiburón blanco y... ruge. Dichosa moda.
El efecto de la sangre bajo el agua es realmente cutre, no sé cómo explicarlo, es como si hubieran pintado manchas rojas sobre la imagen, pero muy mal.
Tengo la ligera impresión de que cuando la prota le pregunta al malo un montón de cosas es porque el guionista fue incapaz de explicarlas incorporándolas a la historia de una manera natural y simplemente creó una escena de exposición innecesaria. De hecho hasta ese punto buena parte de lo que dice el malo es, en esencia, explicar cosas que nadie le ha preguntado.
Cada vez que los malos deciden ejecutar a un grupo de gente en otra barca, que también armados, no sólo los matan a todos sino que no reciben ni un solo balazo.

En fin, malos que matan, malos que mueren, buenos que sobreviven, buenos que mueren... llega un punto que ya me da igual quien quede vivo al final, sólo quería que el jefe de los malos se callase de una vez. Qué pesadez de tío.
Como película de tiburones no está mal, por encima de la media, aunque lo de la sangre cutre me fastidia bastante la experiencia. Por lo demás, no es demasiado destacable.
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