El quinto.
El matriosko soñó un día que era un hombre y que había llegado la hora de ver el mundo como tal. Pero por primera vez en su vida se sentía solo y cuanto más aprendía de los humanos menos le gustaba. Su familia le destierra por querer cambiar. Pero era todo un sueño, por suerte.
Su duración es de 6 minutos.
Dirigido, escrito y montado por Cristian Micó Ebro. También son suyos la música y los cafés.
Esta vez tiene subtítulos, con lo cual tenemos una narrativa.
Y hay escenas grabadas en el exterior como una calle, una cafetería o un parque.
Conecta muy bien con la temática de su anterior cortometraje. El protagonista que en aquel entonces exploró sus alrededores quiere ver más, pero de nuevo no se siente bien al alejarse de los suyos.
Por vez primera el actor que hace de matriosko tiene nombre, es Klaus Matrioskinski.
Me fascina lo mucho que logra con tan poco. Cómo se fija en los pequeños detalles, hasta ponerlos a tamaño gigantesco a pesar de ser todo tan pequeño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario