En una isla donde se practica el vudú y el culto a las serpientes acaba de llegar un capitán de policía para hacerse cargo. Se presenta ante el gobernador, llamado Damballah, quien le explica que en la isla hay gente que posee ciertos poderes como el de mover cosas con la mente o los rituales para resucitar a los muertos.
Es una película que me ha dejado un sabor agridulce, por una parte el tema del vudú esta bien tratado aunque parece seguir los tópicos. Vemos unos rituales muy conseguidos con una ambientación genial.
Lo primero que choca al verla es que los isleños parecen mexicanos, pero literalmente, van vestidos como el típico mexicano, algunos están tirados en las calles y es que se podrían haber currado un poco más el ambiente isleño.
Los zombies mantienen alguno de sus rasgos más característicos, no hablan, se mueven lentamente, y siendo producto de un ritual vudú tienen un color pálido de piel en vez de la típica podredumbre.
Boris Karloff protagoniza esta película que sería la penúltima de su carrera. Hace el papel de gobernador de la isla que parece sospechoso al guardar algún secreto. Si bien parece alejarse de los papeles más famosos que ha protagonizado en realidad sí que mantiene semejanzas como por ejemplo en la última escena donde le vemos como jefe de ceremonia de un ritual de vudú.
Admito que de no ser por Karloff quizás ni me habría molestado en terminarla de ver porque está bien como película pero tampoco tan bien.
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