lunes, 13 de abril de 2020

기생충 (2019)

Aquí la titulamos "Parásitos".

Una familia que está sin ingresos, los Kim, poco a poco consigue introducir a sus miembros a trabajar en una casa, la de los Park. Primero el hijo adolescente que se hace pasar por un tutor usando un título falso, luego su hermana dice hacer terapia usando el arte, seguidamente cuelan a su padre para hacer de chófer y por último meten a la madre de ama de llaves.

No soy mucho de seguir modas, de hecho si algo de lo que veo se hace popular me da un poco igual. Normalmente elijo las películas basado en mi propio criterio, que es una puta mierda pero es lo que hay. Dicho lo cual, han terminado por hastiarme la cantidad de reseñas, menciones, recomendaciones y demás que ha tenido esta película.

Y ahora viene lo mejor del tema, no tengo ni idea de qué va. No he visto ni un tráiler, nadie me ha hecho spoiler, no he visto más que su título y el cartel. Y eso sí tiene mérito, porque vaya tela.

El director Bong Joon Ho no es un extraño en este blog. Ya hablé de "Salinui chueok" (2003), la cual me encantó, y de "Madeo" (2009), otra que disfruté muchísimo. De hecho de su filmografía reciente la única que no he visto es "Okja" (2017) sin ninguna razón en concreto, la dejaré para más adelante.

Por más que le doy vueltas no consigo ver las semejanzas que algunos comentan, por ejemplo con "Us" (2019), son dos planteamientos totalmente diferentes.

Es una película que refleja la eterna diferencia de clases. Los pobres tratando de salir adelante como pueden y los ricos y sus opulencias. La tranquilidad que les ofrece su estatus frente a lo fácil que es perderlo todo cuando se vive en pésimas condiciones.

Me ha encantado la parte de la fiesta de cumpleaños. Hasta ese momento se van viendo diferentes subtramas que terminan convergiendo. Y de qué manera.

Me ha gustado, aunque creo que algunas cosas necesitan ser explicadas aparte para poder entenderlas mejor. Por ejemplo lo de la piedra y más concretamente la frase "hubiera preferido comida", esencialmente es porque la clase baja ha perdido la esperanza y prefiere algo tangible que un sueño.






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